A menudo me preguntan que es ser un caballero de la Orden del Temple. Es una sensación compleja algo difícil de explicar. En estos tiempos tan rápidos e inciertos, resulta complicado encontrar una bandera bajo la que agruparse, con la que realmente sentirse identificado al 100%. En muchos casos los ideales sólo son una pantalla que oculta otras motivaciones menos honorables. La Orden es completamente diferente en ese sentido, es una bandera limpia de la que te puedes sentir orgulloso. Es un auténtico honor en toda la extensión del término con la responsabilidad que ello implica.

Desde el mismo momento en que conocí a mis hermanos de la Orden supe que era el lugar donde quería estar. Una auténtica hermandad donde todos y cada uno hacen de la ejemplaridad de sus actos una forma de vida. Más allá de las diferencias ideológicas o de estatus, mas allá de los idiomas o las naciones. Ser caballero es en primer lugar, el firme propósito de ser el mejor Ser Humano que puedas llegar ser. Ser Caballero es respetarse a uno mismo y respetar a los demás. Ser caballero es hacer de cada palabra un acto y de cada acto un ejemplo al resto del mundo.

Quizá sean tiempos complicados para las causas justas, quizá no sea el tiempo de los idealistas. No obstante, eso no implica que sea moralmente justificable rendirse ante lo que no es correcto. El mundo no nos ha sido entregado en propiedad, sólo somos los custodios de algo que debemos legar a futuras generaciones.  Nuestra obligación es por tanto hacer de este mundo el mejor lugar posible, una obra de la que podamos sentirnos orgullosos.

Hace unos años, cuando estuve en Berlín, asistí a un evento de tecnología por motivos laborales. Allí tuve la suerte de poder visitar la Raum der Stille (Sala del Silencio) situada al lado de la Puerta de Brandenburgo. Esta sala representa un lugar de tolerancia, independiente de cualquier religión o ideología política. En ella se encuentra la oración de las Naciones Unidas. Esta oración la rezan todos los creyentes de todas las religiones presentes en la ONU antes de cada sesión y creo que resume perfectamente cual es la misión de la Orden:

«Señor, nuestra tierra es sólo un astro pequeño, perdido en la inmensidad del universo. Tarea nuestra es hacer de ella un planeta donde no vivamos atormentados por las guerras, ni torturados por el hambre y el terror, ni desgarrados y divididos por ideologías, razas o color de la piel. Danos acierto y valentía para poner desde hoy, manos a la obra, con el fin de que nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, puedan un día llamarse con orgullo hombres». 

Oración de las Naciones Unidas

Desde el momento en que la espada toca tu cabeza y te conviertes en Caballero de la Orden sabes que por fin estas bajo una bandera que merece la pena defender. Sabes que estás en tu casa.