Non Nobis Domine, Non Nobis Sed Nomini Tuo Da Gloriam

La visión de la orden está perfectamente resumida en este lema que San Bernardo de Claraval les impone como su padre espiritual. Se puede traducir al español como «No a nosotros, Señor, no a nosotros. Sino a Tu nombre sea dada la gloria».

En el inicio de la Orden, los hermanos dedicaban sus vidas y esfuerzos a un ideal superior a sus intereses individuales. Este ideal es la consecución de una sociedad cristiana dedicada a la Gloria de Dios. En la actualidad, la Orden tienen como objetivo la construcción de una aristocracia espiritual que pueda servir de ejemplo para otros de lo que es la hermandad entre seres humanos. Los Caballeros Templarios entienden que existe un Dios creador de la vida, una verdad eterna y un propósito divino que los trasciende. Por ello la existencia de la Orden y sus bases históricas tienen como finalidad:

  • Combatir el materialismo, la impiedad y la tiranía
  • Defender la santidad del individuo
  • Afirmar la base espiritual de la existencia humana

La búsqueda de este ideal es lo que hace de la Orden precisamente algo especial. Nadie dice que sea un camino fácil sino que es el camino correcto. En consecuencia, el deber de los caballeros es prepararse y dotarse de lo necesario para mantener y fortalecer esas creencias. Creemos que hoy en día es tan necesaria la labor de la Orden como cuando se creó en 1118. Si bien el mundo ha cambiado mucho en más de 900 años, las crisis y los desafíos que afronta la humanidad en la actualidad hacen que la labor de la Orden sea quizá más necesaria que nunca. De ello depende la continuidad de nuestra civilización tal y como la conocemos.

La Orden reconoce a todos los seres humanos como hijos de Dios, sin distinción de raza o sexo, con derecho a buscar su bienestar material y desarrollo espiritual en un marco de convivencia que le asegure la dignidad, la seguridad económica y la igualdad de oportunidades. 

Colaborar a la creación de las condiciones necesarias debe ser el objetivo principal de toda política Internacional. La Orden del Temple defiende la libertad de conciencia, creencias religiosas y la libertad de expresión. Así mismo también entendemos que tanto la dignidad como la felicidad no dependen únicamente de los aspectos físicos o materiales. Desde la Orden se promueven las políticas claras con efectos prácticos visibles, desde la promoción del acceso a una vivienda adecuada, a poder disponer de una atención medica, con el objetivo final de que todas las personas puedan desarrollar al máximo su potencial. En este aspecto, otro punto de especial incidencia, es el fomento de la educación y el acceso a la tecnología, siempre con una visión humanista y científica de su uso.

Creemos que los valores morales y culturales de Occidente son los mejores pilares sobre los que edificar un nuevo mundo donde todos los seres humanos podamos convivir como hijos de Dios para el bien de la humanidad:

«Señor, nuestra tierra es sólo un astro pequeño, perdido en la inmensidad del universo. Tarea nuestra es hacer de ella un planeta donde no vivamos atormentados por las guerras, ni torturados por el hambre y el terror, ni desgarrados y divididos por ideologías, razas o color de la piel Danos acierto y valentía Para poner desde hoy manos a la obra Con el fin de que nuestros hijos Y los hijos de nuestros hijos Puedan un día llamarse con orgullo hombres.»

– Oración de las Naciones Unidas